Siempre supe que eras maravillosa, porque lo eras para mí. Qué sorpresa gigante, descubrir hoy, que además eras maravillosa para miles y miles de personas.
Admiro tu generosidad siempre tan sencila, tu humildad siempre tan presente, tu inteligencia que deslumbra sin enceguecer, tu incondiconalidad que siempre sabe qué decir aunque eso que tengas para decirme no me guste ni un poquito escucharlo.
Alguna vez he leído que Borges habla de un "momento fundacional" en la vida de todas las personas, y el mío fue aquella vez de la que hemos hablado tantas veces: yo, unos doce años, vos y Lorenzo me llevan a pasar un finde con ustedes; yo, rodeada de libros, cuentos, historias, profesores y alumnos, y esa magia que sabés despertar en esa relación.
Sos mi tía, tan cercana, tan mía. Mis hijas te aman y tu vida es un refugio para ellas, y para mí.
Quién es? Victoria Juliá, filósofa, con ella aprendí a leer a Platón, a admirar a Kant, a envidiar a Nieztche, a creer que estaba en medio de una tragedia griega y hasta sentirme Penélope. Aprendí a tomar buen vino y saber que sólo con unas copas encima se puede hablar de la vida y esas cuestiones existenciales, a preparar una buena ensalada griega, y a guardarnos el Chandon para nosotras solas. A compartir hasta lo más sencillo, a elegir cada paso dado en la vida, a amar esta profesión (uno de mis grandes amores), a saber que para dura está la vida y que sólo un gran amor salva...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario