El lector sin infancia
Hola, don Paquito
Tienen doce o trece años, incluso menos en algunos casos, y no están para payasos.
No tienen lapicera ni tienen tinta en el tintero.
No tienen ni un auto feo ni llevan torta.
No están invitados a tomar el té.
Tienen doce o trece años, incluso menos, y no tienen infancia.
Tienen paco.
Al Este y al Oeste, en cada barrio de emergencia, esta droga, que es la pasta base de la cocaína en una de las etapas de su producción, en la que se utiliza ácido sulfúrico, querosene y otros elementos que hacen que esta sustancia no sea apta para el consumo humano por ser altamente tóxica, esta droga, que destruye la salud de quien la consume, se ha convertido en el juego habitual de una generación de niños y adolescentes que viven allí donde nunca llueve una flor ni otra flor celeste del jacarandá.
Tienen cerca de doce años, rondan los trece, y no están para jugar a la ronda.
Tienen la sospecha de que el sol no brillará mañana, ni pasado.
Tienen, quizás, un hoyito y un lunar, pero no tienen infancia.
No tienen la culpa de nada, son inocentes de todo y, sin embargo, han sido empujados a la exclusión, donde no tienen muchas opciones a la hora de elegir sus chiches para jugar.
Tienen paco.
La droga cuyo consumo en nuestro país aumentó un quinientos por ciento en los últimos años, según sostiene un informe de la Federación de Organizaciones No Gubernamentales para la Prevención y el Tratamiento del Abuso de Drogas, y que ya no es sólo de uso en zonas carenciadas, sino también en sectores de clase media y alta, aunque los estudios revelan que en esos sectores el consumo no es tan compulsivo y destructivo como en los de menores recursos. La droga que se fuma en pipas improvisadas y cuyo efecto dura entre ocho y cuarenta segundos, como un pico de fuerte intensidad. Una vez que el efímero efecto baja, provoca la compulsiva necesidad de volver a fumarla. Así cada día. Así todos los días.
Tienen doce años, o menos, o trece, y ésos son los subibajas que esperan por ellos.
Tienen la edad de los niños, pero no tienen la suerte de poder ser niños.
Tienen la desgracia de haber sido olvidados por el Estado y por el resto de la sociedad, que no exige desesperadamente que se los salve de la pobreza y sus peligros.
Tienen paco.
La droga que está provocando deserción escolar en la ciudad de Buenos Aires, la droga que ya consume casi la mitad de los varones de entre catorce y treinta años de un barrio marginal del conurbano bonaerense, según pudo comprobar la Subsecretaría de Atención a las Adicciones del gobierno bonaerense.
La droga que preocupa al país, hasta que el noticiero cambia de tema o damos vuelta la página del diario.
Tenemos chicos de doce o trece años, y de menos también, que se han quedado sin payasos, sin canciones infantiles, sin juegos para chicos de su edad.
Tenemos chicos a los que hemos dejado solos, y alguien ha venido por ellos.
Hola, don Paquito.
Por Mex Urtizberea Para LA NACION
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