Y la verdad es que nunca tengo ganas, van terminando las vacaciones y a mí me agarra una especie de angustia que no me permite conectarme con las obligaciones laborales pero llega un día, generalmente unos cinco o seis días antes en que se produce lo mágico, lo maravilloso: tengo unas ganas imparables de empezar las clases. De repente, vaya a saber uno cómo sucede, me encuentro armando carpetas didácticas, buscando "cosas" para decorar las aulas pensando siempre que mis a criaturitas les encanten, leyendo y leyendo y hurgando en el arcón para encontrar eso nuevo y original que deslumbre a mis queridos educandos y les agarre como a mí esas ganas imparables de aprender, de leer, de conocer...
No nos resulta un año sencillo, no me resulta un año sencillo, dos colegas (dos amigas para decir la verdad) se bajaron de este tren para subirse a otro que tiene más que ver con su proyecto de vida, pero a mí me agarró el egoismo y no quiero que se vayan. En fin habrá que aprender a trabajar sin ellas en este maravilloso equipo con el trabajo y aprender también a compartir con los "nuevos".
Así termina su columna Mex...
Hay tantas clases de pasiones como pasiones.
La pasión por enseñar es una de ellas, y da la casualidad de que es esta pasión la que puede despertar la pasión por aprender.
Hay tantas clases de comienzos como comienzos, ojalá sea éste un comienzo de clases totalmente apasionado para todos los docentes y para todos los chicos.
Y acá la columna completa: http://buscador.lanacion.com.ar/Nota.asp?nota_id=991379&high=mex
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