28 de noviembre de 2006

Palabras


La casa de las palabras.

A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran.
Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa de colores. En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino...

Eduardo Galeano. El libro de los abrazos.

Maravillosas palabras que nos permiten pensar, decir, ser, amar, odiar, enojarnos. Maravillosas palabras que este mundo se empeña en achicar, en empobrecer, en robar. Maravillosas palabras que deberían brotar sin esfuerzo...


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